Mito de las estaciones
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Proserpina era una diosa romana
joven y bella. Ceres, su madre, era la diosa de las cosechas. Plutón, el dios
de los infiernos, se enamoro de Proserpina, la raptó y se la llevó con él al
país de los muertos.
Proserpina llamaba a su madre con
todas sus fuerzas. Al oírla, Ceres la busco desesperadamente por tierra y por
mar durante nueve días y nueve noches, pero no la encontró.
Ceres, agotada, se sentó sobre una
roca y empezó a llorar. Tan triste estaba, que su llanto y sus gritos se oían
por toda la tierra.
En su desesperación, se arrancó los
cabellos y la ropa, y maldijo toda la tierra que ella había cuidado siempre con
amor e interés.
A partir de entonces, se despreocupó
de la tierra y esta dejó de dar fruto.
Aretusta, una ninfa que había sido
testigo del rapto, le dijo a Ceres que Plutón se haía llevado a Proserpina para
convertirla en su esposa. Al saber lo ocurrido, Ceres, se dirigió al Monte
Olimpo e imploró a Júpiter, el dios de todos los dioses, que le devolviera a su
hija.
Júpiter, dijo que podría rescatar a
Proserpina del país de los muertos, si ella aún no había comido nada allí. Pero
Proserpina ya había comido los granos de una granada. A partir de entonces, la
hija de Ceres solo podría vivir en la tierra durante seis meses al año, los
otros seis meses debería vivir con su marido en los infiernos.
Tener a su hija al menos seis meses
al año, consoló a Ceres, que sonrió e hizo renacer la naturaleza y devolvió la
fertilidad a la tierra.
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