Reto 3: El ángel de la Navidad


Este cuento, ya le había colgado en el blog, se lo cuento a mis peques de 3 años, con motivo de la Navidad, pero me encanta, para mi gusto, es uno de los mejores cuentos que he escrito, así que quiero compartirlo de nuevo con todos vosotros, esta vez, como motivo del reto navideño que nos propone el blog de acompáñame... 


No es una participación cerrada, todo el que lo lea y quiera participar, solo tiene que seguir las instrucciones que dejo a continuación, y pasar por el enlace que os dejo, dejando el enlace del lugar, donde habéis escrito vuestro cuento...

  
INSTRUCCIONES:
  • Escribir un cuento navideño de la extensión que se considere oportuna.
  • Postear el cuento en vuestros blogs o mandarlo a irisamigos@hotmail.es con vuestro nombre.
  • Una vez posteados en vuestros blogs, dejar el link de la entrada en modo de comentario en este blog, si vuestro blog no permite la copia del cuento, este no podrá ser incluido en el libro, así que enviárnoslo también por e-mail.
  • Una vez que todos nos hayan llegado, se realizará un libro gratuito, como el que hicimos en Halloween (Para el que no lo haya visto puede descargarlo en la pestaña libros). En el libro irá incluido vuestro nombre y el link de vuestro blog en el caso de que lo tuvierais.
  • Requisito imprescindible: No se publicará nada como anónimo y debéis ser seguidores por blogger o por facebook.
  • Debe salir al menos una vez la palabra acompáñame en el relato.

EL ÁNGEL DE LA NAVIDAD

“Hace mucho, mucho tiempo, en un portal de Belén nació un niño muy bonito, al que llamaron Jesús. Toda la gente de alrededor, fueron a visitarle, y le cantaban y le daban muchos regalos.
Cerca del portal, vivía un angelito que se llamaba Pepito, porque era rubio y muy pequeñito, al que le gustaba mucho volar, pero su mama le decía que no, porque los polvos mágicos se le iban a acabar.
Todos los días para ir a ver al niño Jesús, salía de su casa muy temprano, y bajaba caminando toda la montaña, mientras que sus amigos, volaban por el cielo y llegaban siempre mucho más rápido que él.
-          Somos los mejores, no sabes volar- le decían mientras se reían de él.
-          Los polvos mágicos se os van a acabar- les contestaba el angelito.
Un día vino una tormenta de nieve, y todo se quedó de color blanco. Todos los angelitos, tuvieron que quedarse en la montaña, porque nadie se atrevía a salir, como ellos eran tan pequeñitos, la nieve podía taparlos.
Pero pasaban los días y la tormenta no paraba, así que los angelitos, decidieron utilizar su polvo mágico de hadas, para ir a ver al niño Jesús. El angelito Pepito, que era rubio y muy pequeñito, les dijo:
-          Los polvos mágicos se os van a acabar, y ya no podréis volar.
Pero el resto de angelitos no le hicieron caso, mientras se reían de él, y le decían:
-          Somos los mejores, no sabes volar.
 - Si se volar, pero los polvos mágicos no quiero gastar.
- No seas bobo, acompáñame, los polvos mágicos no se gastan nunca.  
Pero el angelito no hizo caso y se quedó solo, y echaba mucho de menos a sus amigos y al niño Jesús. Cuando iba a verle, siempre movía sus alas que comenzaban a brillar por el polvo mágico de las hadas, y el niño Jesús comenzaba a reír, así que siempre se divertían mucho.
Una noche cuando los angelitos llegaron a casa, había agotado todo su polvo mágico de las hadas, así que muy cansados se fueron a dormir, mientras el angelito Pepito, que era rubio y muy pequeñito, se seguía sintiendo muy triste por no haber ido a ver a Jesús.
Su mama se le acercó y le dijo, Pepito, no tienes que llorar, pues puede que tus polvos mágicos algún día necesites usar, tus amigos los han malgastado, y el río con el polvo mágico se ha enfadado.
El angelito Pepito se fue a dormir, pero aun así estaba muy triste, las mamas de sus demás amigos dejaban que usaran sus polvos mágicos, pero la suya no.
Esa noche, comenzó a nevar mucho más fuerte, y en el portal, se empezaron a oír gritos muy fuertes, todos los angelitos se despertaron e intentaron mover sus alas para ir a ayudar al niño Jesús, pero a penas conseguían volar un poco, porque se caían rápidamente al suelo, ninguno tenía polvos mágicos.
Pero el angelito Pepito, que era rubio y muy pequeñito, comenzó a mover sus alas con mucha fuerza, tanto las movía que comenzó a volar muy rápido, muy rápido, y llegó al portal del niño Jesús muy pronto.
Allí, uno de los pastorcitos se había puesto enfermo, y necesitaba que alguien fuera a buscar unas medicinas.
El angelito Pepito, que era rubio y muy pequeñito, comenzó de nuevo a mover las alas con mucha fuerza, y muy rápido, muy rápido, fue en busca de las medicinas.
El niño Jesús sonreía, María y José también, y el pastorcito, que estaba ya curado, le dió las gracias al angelito.
Todos estaban tan contentos porque el angelito Pepito hubiera ayudado, que para que solo gastara sus polvos mágicos cuando había una emergencia, le dejaron quedarse a dormir en el portal todas las noches.
El angelito vivió muy feliz, ya nadie se reía de él por no querer usar sus polvos mágicos y es que su mama, había tenido razón, si usaba los polvos mágicos sin necesitarlos, puede que cuando los gastara, ya no tuviera más.
Ahora el angelito cuida de todos los niños que hay en el mundo.”



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