Historia de la Educación Especial
Puede decirse que en el siglo XVIII resurgió la Educación Especial, con las aportaciones de Rousseau, Pestalozzi y Fröebel, lo que propicia un mayor nivel de concienciación sobre las posibilidades de educación de los deficientes.
El siglo XIX se caracteriza por la atención de las personas con deficiencias en instituciones especializadas, ubicadas e las afueras de las ciudades y muy heterogéneas en cuanto a las características de los sujetos que recibía, considerándolos como enfermos y utilizando procedimientos terapéuticos.
En el siglo XX se consolida la Educación Especial como rama de pedagogía, vinculada estrechamente a la Educación General. Los alumnos son diagnosticados y seleccionados con base a los resultados de test de inteligencia, son atendidos en centros específicos de educación especial, que acogen a sordos, ciegos, deficientes mentales...
Las medidas de inteligencia iniciadas por Binet y Simon, son continuadas por otros autores, y han sido referentes básicos para la catalogación, clasificación y ubicación de las personas con respecto a los procesos educativos.
Así, con la creación de la escolaridad primaria obligatoria, los sistemas educativos separan a los menos dotados y se crean clases especiales paralelas.
Pero la sociedad empieza a quejarse de la noción de incurabilidad, de tal manera que a partir de los años 60, las actitudes sociales a los deficientes van cambiando, y se comienzan a plantear los principios de normalización e integración escolar.
Es en ese momento cuando comienzan a cambiar las experiencias segregadoras y se realizan prácticas integradoras.
En 1978, se publica en Reino Unido el Informe Warnock, es aquí donde aparece expresado por primera vez, el término Necesidades Educativas Especiales (NEE) convulsionando el mundo de la educación por la consideración que hace del déficit en el alumnado.
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