La belleza esta en el interior
Para todos aquellos que estáis trabajando en colegios, quiero dejaros aquí, uno de los cuentos que he escrito para mis alumnos, estábamos trabajando el tema de las mentiras, y con ello recurrimos al personaje de Pinocho, ahora que llega la Navidad, vamos a seguir trabajando los dos temas, así que, creo que hice una segunda parte a ese cuento que tanto nos gusto de niños... espero que os guste.
Y que también entendáis que lo incluyo en el blog, porque expresa parte de mis pensamientos. Opino que cuando una persona lleva miles de adornos y solo se preocupa de su físico, llega un momento en que este se marchita, y ya no queda nada, ¿Entonces que ocurre? se puede sentir frustrado y solo.
Tengo que dar gracias, ahora que estoy trabajando en un colegio, que mis alumnos me han enseñado a ver las cosas más sencillas y que para ellos son más importantes, sin ponerle adornos.
Es bonito enseñarles a leer, escribir, a mejorar, pero más bonito aun es cuando ellos no lo enseñan a nosotros, y que mejor manera que demostrarles y devolverles todo lo que ellos me están dando, que, dedicar un pedacito de mi tiempo libre, a enseñarles uno de los valores más importantes del ser humano "la belleza esta en el interior" y que mejor elección, que un libro que les encanta para tenerles motivados y que lo entiendan.
Disfruten de la lectura.
Hace mucho tiempo, Pinocho había sido un niño de madera, y gracias a que salvó a Gepeto de una ballena, el Hada Azul, le convirtió en un niño de verdad.
Pepito Grillo siempre le había ayudado, había sido su conciencia cuando el honrado Juan se lo llevó al titiritero para venderle, y también cuando el honrado Juan le había subido en el camión que le llevó a la Isla de los Juegos. Ahora Pinocho ya había crecido un poco, pero aun así siempre seguía pidiendo ayuda a Pepito Grillo.
Esta vez, Pinocho ya no tenía problemas de comportamiento, sino que ahora su problema era de otro tipo. Había llegado la Navidad, y es una época en la que hay que escribir cartas a los Reyes, y pedir regalos para la familia. Gepeto le había dicho que la carta a los Reyes había que pensarla mucho, y Pinocho, fue a pedir ayuda a Pepito Grillo.
Después de lo mal que se había portado hacía mucho tiempo, Pinocho quiso empezar por dar una sorpresa a Gepeto, y cuando el niño salió de la escuela, fue con Pepito Grillo, a una tienda para comprar un árbol de Navidad, Pinocho quería el árbol más grande y más bonito que hubiera en toda la tienda, y lo adornaría con bolas gigantes y brillantes, para que todo aquel que entrara en su casa tuviera que fijarse en el árbol.
Cuando llegó a la tienda, el tendero, le enseñó todos los árboles que tenía, puestos en fila, estaban los más grandes y verdes, luego los medianos, y al fondo del todo en un rinconcito escondido se encontraba un árbol pequeñito con pocas hojas.
- Este no- le dijo Pinocho a Pepito Grillo- parece un árbol triste, y la Navidad es para estar alegre.
Al final, Pinocho eligió uno de los árboles más grandes de la tienda, lo llevó a su casa y lo adornó con las bolas gigantes que había comprado, cuando terminó de decorarlo, lo llevó cerca de la chimenea, y le puso luces.
Gepeto llegó a casa cansado de trabajar y se sorprendió mucho al ver a Pinocho delante de la chimenea, con su gran árbol de Navidad. Juntos, decidieron colgar los calcetines en la chimenea y preparar la cena. Por la noche, ya se iban a dormir, cuando Pinocho recordó que no había escrito la carta, así que se fue a su habitación y comenzó a escribir:
“Queridos Reyes Magos:
Este año me he portado muy bien, hoy, he preparado un gran sorpresa a mi papa, así que he sido bueno, quiero pediros muchos juguetes, muñecas, trenes, caballitos con soldados… Para Pepito Grillo un sombrero de su tamaño, el que tiene ya esta muy viejito y no encuentra de su talla, y para Papa…”
Pinocho guardó la carta en la mochila del colegio, esa semana, Pepito Grillo le acompañaría a echarla al buzón real.
Pero el día siguiente, llovió mucho y no pudieron ir, tampoco al otro, ni al otro, Pinocho estaba muy preocupado porque sino echaba la carta, los Reyes no sabrían que quería de regalos. Así que Gepeto le dijo, que él mismo le llevaría.
Cuando iban caminando para el buzón, pasaron por la tienda de los árboles de Navidad, en el escaparate había un cartel muy grande, ¡YA NO QUEDAN ÁRBOLES!. Pinocho se acordó entonces de ese arbolito pequeño y triste, ¿quién lo habría comprado?.
Al llegar al buzón, Pinocho vió como el vendedor, salía muy enfadado a gritar a un hombre que había llegado a su tienda.
- No quiero este árbol- le decía- nadie quiere este feo y triste árbol.
- ¿Qué ocurre?- preguntó Gepeto acercándose a los hombres que discutían.
- Este hombre- dijo el vendedor- compró el último árbol que me quedaba, y hoy ha venido a devolvérmelo, pero ya no puede.
- ¿Qué le ocurre al árbol?- preguntó Pinocho.
- Es feo, triste, y se le caen las ramas- le dijo el hombre- además es muy pequeño.
- No voy a devolverte el dinero- dijo el vendedor enfadado.
- Yo te compraré el árbol- le dijo Gepeto al hombre- me llevaré el árbol a mi casa.
- Pero ya tenemos un árbol, papa- le recordó Pinocho.
- Lo llevaremos a casa- volvió a repetir su padre.
Gepeto, cogió el árbol pequeñito y feo, y lo llevó a su casa, mientras Pinocho, cuidaba su árbol gigante, él se encargaba de plantar al pequeño en el jardín. Pinocho salió a la calle cuando Gepeto terminó de plantarlo y le oyó que le cantaba, el árbol pareció ponerse un poco más feliz, incluso Pinocho creyó que aparecían algunas pequeñas hojas en la parte más alta.
Días después, mientras el árbol de Pinocho estaba cada vez más torcido y feo por todos los adornos que Pinocho le había puesto. El árbol de Gepeto que antes había sido feo y triste, se transformaba en un árbol grande y bonito, con un tronco muy grueso, que podría soportar todos los adornos que se le pusieran, pero no hizo falta, porque el árbol comenzó a echar hojas de diferentes colores y las ramas eran tan bonitas, que adornarle sería tapar su belleza.
El día de Navidad, el árbol de Pinocho estaba feo y triste, mientras que el de Gepeto era el árbol más bonito de todo el pueblo.
- ¿Por qué mi árbol se volvió feo y el tuyo no?- le preguntó Pinocho a Gepeto.
- Mi árbol se ha alimentado de alegría, felicidad, agua y amor, el tuyo solo se alimentó de agua, nunca nadie le cantó, ni habló con él pidiéndole que creciera, tu árbol fue bonito desde siempre, mientras que el mío se ha hecho bonito por ese amor y todo lo que le he dado.
- Creo que debería escribir otra carta a los Reyes- le dijo Pinocho a su papa.
Pinocho, había aprendido, que puede que las cosas sean muy grandes y bonitas, pero todo lo que se hace y se pide con amor para los demás, termina siendo más bonito. Por lo que en su nueva carta decía:
“Queridos Reyes Magos:
Ya se que es la segunda carta que os escribo, pero he aprendido mucho últimamente, mi papa me ha enseñado, que la bellaza está en el interior, y que cuando uno es bello por dentro y hace las cosas con amor, te vuelves bello por fuera. Así que para mi, quiero papel, tijeras, telas… porque quiero hacerles vestidos nuevos a los muñecos que ya tengo, no necesito más, los que yo os pedí, llevárselos a los niños pobres, mis muñecos no son feos, solo están viejitos, pero voy a arreglarles.
A papa, voy a regalarle una tarjeta, echa por mi, pero vosotros podéis traerle herramienta nueva para el trabajo, así ayudará a la gente a arreglar sus cosas y nos las tirarían, gastando menos dinero y pudiéndolo utilizar para otras cosas más importantes.
A Pepito Grillo, traerle por favor un sombrero, yo aún no he aprendido a coser, y el otro día con la tormenta regaló su sombrero a una mujer mayor que se estaba mojando.
Muchas gracias, y prometo ser bueno”.
Esas Navidades fueron las mejores de toda su vida, toda la gente del pueblo, fue a su casa para hacerse fotos con el bonito árbol del jardín, y también con el árbol de Pinocho, porque el niño había decidido quitarle todos los adornos y darle mucho amor, y ahora el árbol volvía a estar feliz y lleno de vida. Incluso lo habían llevado al jardín para que tuviera compañía.
Espero que les haya gustado... Un beso a todos.
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