Cuento: Dios creó los animales del mar.


DIOS CREO LOS ANIMALES DEL MAR

La ballena perezosa, era fría y temerosa, siempre estaba escondida en las profundidades del mar, donde nadie pudiera encontrarla, pero aun así, la gente la buscaba, siempre querían conocerla, la querían tocar, querían ver como salía agua del huequito que tenía en la cabeza.
La ballena estaba triste, no la gustaba esa vida, siempre haciendo que los demás se rieran de ella. La hacían fotos todo el tiempo, tantas, que a ella la dolían los ojos, los niños gritaban al verla, y ella intentaba taparse los oídos, pero no podía, al llegar la noche, siempre tenía dolor de cabeza.
Cerca de donde ella vivía, había otros animales, los peces de colores, las medusas, los calamares, los tiburones, y los delfines, que nunca se acercaban a la ballena, porque siempre estaba enfadada.
La ballena se sentía muy triste, ella, quería jugar con los otros peces del mar, pero la gente, no la dejaba, estaban siempre molestándola, y cuando llegaba a casa por la noche, solo tenía ganas de dormir, así que cuando otros animales se acercaban a saludarla ella siempre les gruñía.
-    Largo de aquí, no hacéis más que molestar.
Pero, llego al poblado del mar, un delfín, al que todos llamaban Telerín, porque era rápido y saltarín, se pasaba todo el día navegando por el mar, saltaba delante de los barcos, dejaba que los niños le tocaran, hacía piruetas para los que iban a visitarle, y le encantaba sonreír y hacer muchos amigos.
Telerín estaba preocupado, no sabía que le pasaba a la Ballena perezosa, que era fría y temerosa, Telerón no entendía porque la ballena siempre estaba triste, y porque les gruñía a todos, pero un día, cuando la ballena estaba intentando esconderse de un barco que iba a buscarla.
Telerín se dio cuenta de lo que la pasaba, la ballena no quería que nadie la viera, quería estar tranquila, jugando con sus amigos.
-    ¿Por qué te escondes?- La preguntó.
-    No me gusta que me miren, estoy gordita- dijo la ballena- y tengo un huequito en la cabeza, que suelta agua, y la gente se ríe de mí.
-    De mi también se ríen- la dijo Telerín- pero porque les encanta ver como doy saltos delante de ellos.
-    De mí se ríen, porque mi huequito deja salir el agua muy rápido- dijo la ballena.
-    Pero eso esta bien, es divertido- le dijo Telerín.
-    ¿Tu crees que es divertido?- le preguntó la ballena.
La ballena perezosa, que era fría y temerosa, siempre había querido ser como el delfín Telerín, quería dar saltos así de grandes, y nadar tan rápido como él.
-    Claro que es divertido- le dijo Telerín- A veces, cuando nadie me ve, intento mantenerme a flote, como lo haces tu, pero como yo soy tan delgadito, me hundo al fondo del mar.
-    A veces- le dijo la ballena perezosa- yo intento nadar tan rápido como tu, pero como estoy tan gordita no puedo.
-    Nadar tan rápido no es tan divertido- le dijo Telerín- hay veces que me doy golpes contra los barcos porque no puedo frenar a tiempo.
-    Pues flotar, no es tan divertido- le dijo la ballena perezosa- a veces los pájaros se apoyan en mi con sus patitas delgadas, y me arañan.
-    Vaya- le dijo el delfín- yo pensaba que ser el animal más grande del mar, era muy importante, porque eras muy feliz.
-    Pues no- le dijo la ballena perezosa- yo quiero ser como tu, y que la gente me deje en paz.
-    Ballena, la gente no se ríe de ti, les pareces bonita, porque eres grande, por eso te hacen fotos, todos los animales del mundo son hermosos, porque cada uno sabe hacer una cosa distinta.
-    Ya lo entiendo- dijo la ballena- los amigos del mar, solo han dejado de jugar conmigo porque soy una gruñona, y los humanos de la tierra vienen a verme, porque soy bonita.
-    Claro que si, si fueras más agradable con los demás amigos del mar, todos jugarían contigo, no debe importar como sea alguien físicamente, porque todos somos distintos, los hay con pelo, los hay sin él, los hay rubios, morenos, castaños, con cuatro patas o con dos, los hay que andan y que no, también hay gente flaquita, y gente gordita, pero da igual, porque nadie es perfecto, y todos nos tenemos que querer como somos.
Los amigos del mar, te quieren porque eres su amiga la ballena, no porque seas muy grande. Dios nos hizo a todos diferentes, para que nos quisiéramos como somos.

HAY QUE QUERER A LOS DEMÁS PORQUE SU CORAZÓN ES BUENO, NO PORQUE SU FÍSICO SEA BONITO.

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